La silueta del volcán, a lo lejos, fue una de las primeras imágenes de tierra nica que vislumbré antes de que el avión descendiera en una de las pistas del aeropuerto internacional Augusto César Sandino. Lejos estaba de imaginar que sólo dos días después el gigante -ubicado en La Paz Centro, León, a unos 49 kilómetros de la
capital- saludaría mi arribo con su despertar de un letargo que se prolongó por
110 largos años.