Por
Arnold August*
Los excelentes resultados finales del
referendo del 24 de febrero fueron anunciados el 1 de marzo del 2019.
En mi visita a Cuba, realizada en los
pasados meses de septiembre y octubre en el transcurso de la consulta popular, observé
cómo la gente tuvo la oportunidad de revisar el proyecto (¡lo que efectivamente
hicieron y llevaron hacia la “izquierda”!). Adicionalmente, luego de mi
reciente visita a La Habana, a finales de enero y principios
de febrero, no estoy en absoluto sorprendido por los muy
positivos resultados.
La campaña por el SÍ y la votación se
llevaron a cabo en condiciones muy difíciles.
Una campaña en contra de la obtención
de resultados positivos, concertada por los más diversos sectores en Estados
Unidos y dentro de la misma Cuba, constituye uno de los ejemplos más feroces
en la historia reciente de la guerra ideológica, política y cultural que se
está librando contra la opción socialista cubana.
Un ex diplomático y académico cubano residente
en La Habana, por ejemplo, fue citado en los medios corporativos
justo antes de la votación:
“Toda esta propaganda [por
el SÍ] ha creado la imagen de una fuerte presión sobre la gente para votar
por el SÍ; y votar por el NO significa
que hay algo mal con usted. A partir de esto puedo afirmar que si se suman los
votos del NO, las papeletas en blanco o nulas y las abstenciones, estamos en
algún lugar entre el 20 y el 30 por ciento del total del padrón electoral. Eso
significaría que sólo alrededor del 60 por ciento votó por el SÍ. Y los votos
válidos serían entre el 70 y el 80 por ciento, y no el 97 por ciento como lo
fue en el [referendo] de 1976. El país ha cambiado.”
En primer lugar, no es posible comparar
los resultados del referendo de 1976 (donde se presentó alrededor del 97% del número
de votantes, cuando cerca del 97% de ellos estuvo a favor de la
Constitución) con los resultados del referendo de 2019. Hacerlo sirve, conscientemente
o no, para colocar deliberadamente la vara muy alta con el fin de
desacreditar el proceso actual. Las condiciones históricas de 1976 y 2019 son
totalmente diferentes, y están más allá del alcance de este breve artículo.
De hecho, el número de votantes en
las elecciones nacionales, celebradas cada cinco años, ha venido
disminuyendo regularmente así: 1993 (99.57%), 1998 (98,35.9%), 2003 (97.64%),
2008 (79,90%), con la caída más importante en 2013 (90.88%) y otra en las
últimas elecciones de 2018 (82,9%).
En el mismo sentido que la
primera fuente citada anteriormente, un periodista extranjero acreditado
en La Habana realizó una activa campaña por el NO, o al menos por la abstención,
lo que además fue una apuesta por la idea preconcebida de que Cuba ha “cambiado” y
que se está alejando del socialismo (por cierto, ¿nadie emprende cargos en
contra de este periodista por interferir en el proceso electoral en Cuba?). Se
titulaba: “Los cubanos esperan una voz opositora sin precedentes en el voto
constitucional”, cuyo contenido fue similar a este: “La oposición a la nueva Carta Magna podría alcanzar una
cuarta parte de los votos, dijo un analista cubano, un aumento considerable con
relación a la baja cifra de un solo dígito de la última votación”.
Por su
parte, un tercer ejemplo lo constituye el del corresponsal de la CNN (inglés) en La
Habana, quien se atrevió a titular un artículo así: “¿Tiene futuro el
socialismo? Los cubanos están golpeando las urnas”. Y continúa: “Millones de
cubanos están a punto de decirle al mundo SÍ −o algo así espera La Habana.”
¿Espera La Habana? Como si millones de trabajadores y otros cubanos no hubiesen
participado en el debate constitucional. Y en realidad, se trata de “cambiar”
para acercarse más al socialismo e incluso incluir el ideal del
comunismo, que fue suprimido del anteproyecto.
Esta orientación mediática acerca de
la sociedad cubana, dirigida por el pensamiento único estadounidense que decide
que los cubanos no pueden realmente desear el socialismo, es parte de la guerra
ideológica y política para dar la impresión de que el gobierno
cubano estaba forzando a los cubanos a votar por el SÍ. Para hacer esto aún más
abominable, el corresponsal acreditado de la CNN inglés, después de citar las habituales
fuentes disidentes, concluyó con una muy siniestra nota:
“En un vídeo producido por el gobierno acerca de los medios de
comunicación social, el ex espía cubano y ex prisionero de Estados Unidos, Gerardo
Hernández, eleva las apuestas: ‘Voy a votar por el SÍ, porque hay dos
grupos, el del SÍ y el del NO’, dijo. ‘Quienes nos llaman a votar NO son los
traidores, los enemigos de Cuba’.”
¡Vaya! ¡Los cubanos están asustados!
El ‘hermano mayor’[Big Brother] ¡los está vigilando!Existen
muchos otros ejemplos similares.
¿Cuáles
fueron los resultados y por qué estuvieron tan desacertadas sus predicciones?
Infografía Edilberto Carmona/Cubadebate.cu |
Según el
Consejo Nacional Electoral (CNE), estos son los resultados finales de la
tabulación del conteo oficial de votos en los colegios electorales locales (de
los cuales fui testigo presencial durante las elecciones de 1997-1998
y nuevamente en 2007-2008, en virtud de lo cual nada puede ser más
transparente):
Participación electoral: 90,15% de los votantes elegibles
SÍ: 86,85%
NO: 9,00%
Votos en blanco o nulos: 4,50%
El número de votantes fue muy superior al de
las últimas elecciones generales de 2018, las cuales como se mencionó
anteriormente registraron un 82,9%. Se debe tener en cuenta que la guerra
mediática en contra de las últimas elecciones parlamentarias de 2018 fue menos feroz con relación al referendo
del 24 febrero de 2019. Esta guerra cultural fue iniciada mucho antes del
período del referendo en sí mismo. No obstante, a pesar de las condiciones adversas
la participación electoral de febrero de 2019 representa, por primera vez desde
1993, una inversión de la tendencia al descenso de votantes.
Un factor muy importante: el referendo
de 1976 no tuvo que enfrentar la ofensiva mediática liderada por Estados Unidos
a través de los medios sociales de comunicación, que por supuesto no
existían en 1976.
No obstante, este obtuvo el más importante
resultado:
SÍ: 86.85%
NO: 9,0%
Esto representa una
muy fuerte mayoría.
De esta
manera, mi conclusión inicial es que en efecto Cuba ha “cambiado” y está
atravesando por un proceso de cambio, aun cuando no se trata del tipo de cambio
esperado por algunos.
Teniendo
en cuenta los debates en la base (barrios, centros de trabajo y educacionales)
entre mediados de agosto y mediados de noviembre, y la campaña del referendo
como tal, Cuba ha cambiado −y está cambiando− hacia un modelo cada vez más
socialista y renovado.
¿Hace
esto parte del resurgimiento de lo que algunos creían ya muerto y sepultado, la
llamada “ola rosada”? La votación del referendo tuvo lugar el mismo fin de
semana que la contundente victoria de la Revolución Bolivariana contra el
intento estadounidense del golpe de Estado (23 de febrero) a través
de la “Ayuda humanitaria”. ¿Hace esto parte de un nuevo despertar de América
Latina y el Caribe, representado en los cambios que infunden miedo en los
corazones de los enemigos de la Revoluciones Bolivariana y Cubana? En las
próximas semanas y meses veremos cómo se desarrollan los acontecimientos rápidamente. Soy
optimista.
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*Arnold August, periodista y conferencista
canadiense, autor de Democracy in
Cuba and the 1997–98 Elections, Cuba y sus vecinos: Democracia en movimiemto y de sumás reciente
publicaciónRelaciones
Cuba Estados Unidos: ¿Qué ha cambiado?Como periodista colabora con numerosos
sitios web en América Latina, Europa, América del Norte y Medio Oriente incluyendoPeriódico 26 Las Tunas. Twitter, Facebook, Sitio
web: www.arnoldaugust.com
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