A pesar de haber fracasado en su intento de asfixiar a la Revolución mediante el bloqueo económico comercial y financiero, sucesivas administraciones norteamericanas no sólo han persistido en su política, sino que la han recrudecido.
Poco les ha importado a los gobernantes estadounidenses el creciente rechazo, casi unánime, a nivel internacional, palpable en las votaciones de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas durante los últimos 20 años.