En octubre de 1995 se crearon las Casas de Cambio (CADECA) |
A partir de que se anunciara oficialmente que se ha aprobado
un cronograma para iniciar el proceso de reunificación monetaria en la economía
cubana, el tema ha vuelto a ganar preponderancia en los medios y en las
discusiones de la población. En medio de las más diversas interpretaciones no
debe perderse de vista que se trata de un complejo proceso interrelacionado con
el programa de transformaciones estructurales en curso, y que requerirá tiempo
para su aplicación gradual.
Al respecto, es necesario recordar que la dualidad monetaria se implementó en Cuba en el momento más complejo del Período Especial, cuando la escasez de divisas se agudizó dramáticamente.
En esas circunstancias, el país tuvo que adoptar medidas excepcionales, habida cuenta de que sólo en 1993 se produjo la llamada “tormenta del siglo”, cuyo impacto alcanzó los mil millones de dólares en pérdidas, a lo que se sumó la caída de la producción azucarera, por lo que la economía perdió 468 millones de dólares sobre lo previsto originalmente.
Al respecto, es necesario recordar que la dualidad monetaria se implementó en Cuba en el momento más complejo del Período Especial, cuando la escasez de divisas se agudizó dramáticamente.
En esas circunstancias, el país tuvo que adoptar medidas excepcionales, habida cuenta de que sólo en 1993 se produjo la llamada “tormenta del siglo”, cuyo impacto alcanzó los mil millones de dólares en pérdidas, a lo que se sumó la caída de la producción azucarera, por lo que la economía perdió 468 millones de dólares sobre lo previsto originalmente.
En el discurso del 26 de julio de ese año, el líder cubano
Fidel Castro anunció la despenalización de la tenencia de divisas, lo que se
implementaría en agosto mediante el Decreto Ley 140, que derogó varios
artículos del Código Penal para cumplir ese objetivo.
Desde el punto de vista de la política económica, puede
decirse que ese proceso estaba llamado a facilitar la inversión extranjera -que
ya operaba en moneda convertible directamente-, al tiempo que se admitía sin
regulaciones bancarias la entrada de remesas para las personas naturales.
Cuba no sería el único país en aplicar estas medidas, ya que
habían sido introducidas con éxito también en China y en España al finalizar la
Guerra Civil, por citar sólo dos ejemplos.
En nuestro caso, se autorizó la circulación interna de un
grupo de seis divisas extranjeras, entre las que el dólar de los Estados Unidos
impondría su preponderancia y se establecería una política diferenciada según
se tratara de personas jurídicas o naturales, con tasas de cambio también diferentes.
Complementariamente, en diciembre de 1994 se creó una moneda
cubana -el peso convertible o CUC-, que se cotizaría a la par con el dólar
norteamericano, que continuó circulando en paralelo hasta noviembre de 2004,
cuando se dio curso forzoso al peso convertible debido a las dificultades
impuestas por el bloqueo para operar con los dólares norteamericanos fuera del
país.
De igual forma, en octubre de 1995 se crearon las Casas de
Cambio (CADECA), mediante las cuales se permitiría la adquisición de dólares o
CUC por pesos cubanos a la tasa de mercado y viceversa.
De este modo se comenzó a regular la circulación monetaria
en divisas entre las personas jurídicas y la población.
Por un lado, la tasa de cambio oficial se mantuvo en un peso
(CUP) igual a un dólar o un CUC. Por otro lado, la del peso por dólar en la
economía informal había saltado de 7 en 1990 a 95 en 1994, lo que comenzó a
regularse mediante un programa de saneamiento financiero aprobado en mayo de
1994, que propició un descenso hasta 35 pesos por dólar al abrirse CADECA.
El fortalecimiento gradual del peso cubano (CUP) fue
evidente cuando dicha tasa alcanzó un mínimo de 19,2 pesos por dólar en 1996.
Posteriormente volvería a elevarse a 27 entre 2001 y 2005, cuando se estabilizó
en el nivel actual de 25.
El régimen de dualidad monetaria en Cuba siempre se concibió
como temporal y en el V Congreso del PCC, celebrado en 1997, ya se había
establecido la necesidad de su eliminación gradual, dadas las complejidades
asociadas con su operación en la medida en que la economía se recuperaba.
Los beneficios a corto plazo de la dualidad monetaria se
materializaron en el rápido incremento de la inversión foránea entre 1994 y
1997, el establecimiento de esquemas de autofinanciamiento descentralizado en
moneda convertible para empresas estatales y el ingreso de remesas al país,
hecho que favorecía a una parte de la población que podía adquirir bienes y
servicios en establecimientos diseñados especialmente para ello.
Por otro lado, el país implementó a partir de 1993 esquemas
de estimulación en divisas para los trabajadores estatales, en un esfuerzo por
vincular el acceso al CUC con los resultados del esfuerzo laboral.
También, dentro de la política de redistribución de los
ingresos en divisas de parte de la población, se estableció un fuerte impuesto
sobre las ventas en esa moneda, lo que permitiría destinar recursos a
necesidades sociales a partir de los tenedores de divisas.
Sin embargo, los beneficios a corto plazo comenzaron a ser
superados por los costos que imponía la dualidad monetaria en la medida en que
esta se extendió en el tiempo.
II
Al implantarse la dualidad monetaria en Cuba se creó una
segmentación de los mercados internos. En uno se operaría en pesos cubanos
(CUP) tanto en la esfera empresarial como en la de la población, mientras que
en el otro se operaría en USD primero y a partir de 2004 en pesos cubanos
convertibles (CUC).
A su vez, el segmento que operaría en divisas tendría un
tratamiento diferente en la política monetaria, ya que para las operaciones
entre personas jurídicas se mantendría una tasa de cambio de un CUP igual a un
dólar o CUC, mientras que entre las personas naturales la tasa de cambio se
movería a través de CADECA, de acuerdo con el mercado interno, mediante una
cotización que comenzó en 35 CUP por USD en 1995 hasta llegar a 25 CUP por CUC
en la actualidad.
El costo de estas decisiones en las relaciones entre
personas jurídicas -descontados los ya mencionados efectos potencialmente
positivos de la dualidad monetaria a corto plazo- repercutiría en la dificultad
para medir los hechos económicos en dos monedas que se vinculaban entre sí a
una tasa de cambio que sobrevaluaba el peso cubano frente al dólar.
En este sentido, al integrar en los balances contables de las
empresas las dos monedas se distorsionaba su verdadera situación, dándose el
caso de producciones con un alto nivel de componentes importados que aparecían
como rentables al minimizar el costo externo contabilizándolas en CUP y, a la
inversa, producciones exportables que se mostraban no rentables al minimizar el
ingreso externo al contabilizarse en esa moneda. Al propio tiempo, la tasa de
cambio oficial tendía a estimular las importaciones y desestimular las
exportaciones, agravando el déficit comercial.
De otro lado, en las relaciones con la población la tasa de
cambio de CADECA reflejaba un peso muy devaluado frente al dólar o CUC, al
regirse la tasa de cambio por la relación entre la oferta y demanda en el
mercado interno. En este sentido, un exceso de liquidez monetaria
en pesos cubanos ejercía una presión al alza en la tasa de
cambio, encareciendo la moneda convertible.
Esta situación ha permanecido hasta la actualidad, si
tomamos en cuenta que la liquidez en manos de la población en 2012 representó alrededor
del 42% del PIB, lo que refleja una presión inflacionaria latente. (1)
En las actuales circunstancias, el proceso de reunificación
monetaria supone el ajuste de las dos tasas de cambio existentes. Por un lado,
será necesario primero devaluar la tasa de cambio oficial que hoy rige las
operaciones de las personas jurídicas y, posteriormente, lograr su convergencia
con la de CADECA, por lo que todo el ajuste tomará un tiempo que se extenderá
posiblemente a tres años o más.
La velocidad y el modo en que se emprenda la devaluación de
la tasa de cambio oficial son de gran importancia. En una sociedad socialista
no es posible una devaluación súbita con los efectos negativos típicos de las
políticas neoliberales.
La gradualidad anunciada en la reunificación monetaria debe
garantizar la mayor estabilidad económica y seguridad posible para todos los
miembros de la sociedad, (2) por lo que cabe esperar la introducción paulatina
de tasas de cambio diferenciales por sectores, lo cual conlleva un complejo proceso
de creación de reservas financieras, acompañado de transformaciones jurídicas,
contables y estadísticas para llevarla a cabo.
Ya se han ensayado desde 2011 tasas de cambio que han
llegado a 10 CUP por CUC en las ventas de productos agrícolas al turismo. En la
agroindustria azucarera se utiliza un sistema múltiple de tasas de cambio, y
las entidades comprendidas en el experimento empresarial en
curso están trabajando con tasas de 10 CUP por CUC.
El impacto de este curso de acción será lógicamente diferente
según el tipo de actividad económica de que se trate.
Aquellas empresas que una vez devaluado el CUP muestren
resultados negativos, deberán ser sometidas a un análisis para determinar si el
Estado asume mediante la política fiscal y crediticia la compensación de esos
resultados a corto plazo, con el fin de dar tiempo a su adaptación a las nuevas
condiciones.
Otras entidades exportadoras y aquellas capaces de sustituir
importaciones deberán lograr una mejoría relativa de su competitividad a corto
plazo.
En todo caso, la eliminación de la dualidad monetaria para
las personas jurídicas tendrá un cierto costo a corto plazo y beneficios que se
evidenciarán en el mediano plazo.
En cuanto a la población, las expectativas de las personas
naturales con la eliminación de la dualidad monetaria tienden a ser superiores
a lo que realmente puede esperarse que suceda, ya que para la mayoría de los
ciudadanos ella se asocia a una desigual distribución de ingresos y al
encarecimiento del costo de la vida, y se considera que su simple supresión
eliminaría estos negativos efectos.
Es cierto que al aprobarse en 1993 la recepción de remesas
por una parte de la población -que según se ha calculado no rebasa el 25% del
total- aumentó la desigualdad en la distribución de ingresos. Igualmente, al
introducirse un fuerte impuesto sobre la venta de las mercancías y servicios en
divisas como parte de la política estatal para redistribuir socialmente una
parte de esos ingresos en un segmento de la población, los precios resultaron
muy elevados para el ingreso medio del país.
No obstante, estos nocivos efectos eran inevitables ante la
urgencia de divisas para la sobrevivencia de la nación en los años más duros
del Período Especial. Fue una decisión dolorosa, pero el gobierno cubano no
tenía alternativas. De ahí que se concibiera la dualidad como una política
transitoria a superar en la medida en que se recuperara la economía.
Sin embargo, producto de las deformaciones económicas
existentes, la crisis del Período Especial y la presión acrecentada del bloqueo
norteamericano, junto a una crisis económica internacional que se hizo
recurrente a partir de la siguiente década y a los errores en la política
económica del país, la dualidad monetaria se extendió durante 20 años.
Hoy es posible comenzar a revertir la situación.
En la presente coyuntura y a partir de la profunda
transformación en la política económica que se lleva a cabo -y sólo partiendo
de ella como premisa- es factible emprender un proceso gradual que permita
alinear el valor real del peso cubano con el nivel de desarrollo alcanzado por
el país, haciéndole comparable con la economía internacional.
Todo ello deberá contar con un programa que permita
enfrentar los diferentes obstáculos que se presentarán en el camino para alcanzar
los mejores resultados posibles.
De este modo, la decisión adoptada para iniciar el camino
que permita corregir las deformaciones producto de la dualidad monetaria es
indispensable para avanzar en la actualización del modelo económico cubano, ya
que permitirá medir con mayor precisión los hechos económicos y creará las
condiciones para reordenar la economía cubana -incluyendo precios y salarios-
al emitir las señales adecuadas para la toma de decisiones.
Es necesaria una correcta comprensión de este proceso, ya
que la reunificación monetaria en sí misma es posiblemente el proceso más
complejo en la actualización del modelo económico cubano y requiere de un alto
nivel de organización, previsión y flexibilidad para alcanzar sus objetivos.
No debe perderse de vista que, como tal, la reunificación
monetaria no creará más que las condiciones para mejorar la gestión económica y
su medición, pero la superación de los problemas que hoy afectan a la
producción de bienes y servicios y los ingresos de la población sólo será
posible con un profundo cambio estructural en la economía, que transite por una
mayor inversión de recursos y el incremento de la productividad del trabajo,
única alternativa para disponer de mayor riqueza.
*El autor es asesor del Centro de Investigaciones de la
Economía Mundial (CIEM La Habana) y ex Ministro de Economía y Planificación de
la República de Cuba. Licenciado en
Economía, Doctor en Ciencias Económicas, Investigador Titular, Profesor
Titular, Profesor de Mérito.
———
1 – Por la forma en que se computan los precios, esa presión
no se refleja en el Índice de Precios al Consumidor (IPC). Por otro lado, este
índice no contempla los precios en CUC.
2 – En la nota oficial que comunicó el inicio de este proceso
se señala: “…ninguna medida que se adopte en el terreno monetario será para
perjudicar a las personas que lícitamente obtienen sus ingresos en CUC y CUP.
En este sentido, el proceso de unificación monetaria respeta los principios de
que la confianza ganada por las personas que han mantenido sus ahorros en los
bancos cubanos en CUC, otras divisas internacionales y CUP, se conserve intacta
y que continuará aplicándose la política vigente de subsidios a precios
minoristas y a personas donde sea necesario, en tanto las condiciones
económicas del país lo requieran”. (Granma, 22 de octubre de 2013).
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