Una noticia llamó la atención en días recientes dentro de importantes sectores vinculados a la hostilidad hacia la Revolución cubana. Se trata del fin del financiamiento a la USAID para mantener su Programa Cuba, cuerno de la abundancia que ha enriquecido a muchos en las dos márgenes del Estrecho de La Florida.
Luego de
varios escándalos de corrupción y desvío de estos fondos el Congreso de
EE.UU. decidió no entregarle más presupuesto a la USAID
, destinando los
17,5 millones de dólares para promover la subversión contra Cuba a la
Fundación Nacional para la Democracia (NED), la cual recibirá 7,5
millones de dólares, a la Oficina de Democracia, Derechos Humanos y
Trabajo (DRL) y a la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental, ambas
del Departamento de Estado, las cuáles recibirán los otros 10 millones.
Ellas se encargarán de promover los grants por los cuales optarán diversas contratistas para que ejecuten diversos proyectos anticubanos.
No obstante, todavía la USAID seguirá
administrando sumas millonarias procedentes de otros años y que todavía
están en ejecución (link sitio Web de la USAID) por parte de
instituciones como la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba , el Instituto Nacional Demócrata (NDI), la FUPAD, el Grupo de Apoyo a la Democracia,
el Instituto Republicano Internacional (IRI) y la Fundación Nueva
América (NAF); en el caso de las tres primeras terminan sus programas
financiados por la USAID en el 2014 y las otras tres lo harán en el
2015.
Esta eliminación de los fondos está
relacionada más con los desfalcos realizados sobre este financiamiento
desde el año 1996 que con las denuncias de supuesto favoritismo hacia
una u otra organización beneficiada con el otorgamiento de diversos
grants, muchos de ellos de varios millones de dólares. Esto ha sido una
constante cuando se ha tratado de dinero, durante el gobierno de George
W. Bush los congresistas cubanoamericanos allegados al presidente, como Ileana Ros-Lehtinen
y Lincoln Díaz Balart beneficiaron a organizaciones de su agrado, como
el Directorio Democrático Cubano, mientras que durante el gobierno de
Barack H. Obama sus allegados en el Congreso, como Joe García, forzaron
para que la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba (FDHC), apéndice
de la FNCA. Es decir, detrás de todo esto está el interés personal de
los congresistas cubanoamericanos.
Se impuso entonces la idea que retirarle
los fondos a la USAID. ¿Cambiará algo esto? En mi opinión esto no
significa ningún cambio. Todo este pataleo por la reducción de los
fondos no está directamente relacionado con el interés de derrocar la
Revolución cubana, sino más bien continuar manteniendo a la maquinaria
burocrática asentada en Miami, que ha creado varios millonarios gracias
al negocio de la contrarrevolución.
El otro aspecto de interés es que todas
estas organizaciones seguirán optando por los fondos federales para
desarrollar sus proyectos anticubanos y si antes se canalizaban a través
de la USAID ahora lo serán a través de la NED o del Departamento de
Estado, es decir, no hay ninguna crisis.
Muchas cosas han cambiado en lo
relacionado al apoyo y promoción de la contrarrevolución cubana por
parte de EE.UU., pero la esencia, su carácter anticubano y subversivo
contra la Revolución se ha mantenido intacto. Si antes ciudadanos
norteamericanos venían a Cuba para abastecer personalmente a la
contrarrevolución interna desde el 2009 eso cambió y comenzaron a
utilizarse emisarios de diversos países (checos, eslovacos, peruanos,
argentinos y españoles) para esa función; ahora, con la nueva Ley
Migratoria Cubana los cabecillas contrarrevolucionarios viajan al
exterior y allí reciben los recursos materiales, financieros y
tecnológicos, así como entrenamiento en “técnicas de resistencia civil” y
uso de las herramientas informáticas y de comunicación que reciben.
En Cuba, dentro de la contrarrevolución,
no hay preocupación, no hay desespero. Sus principales cabecillas
seguirán realizando costosas y extensas giras al exterior y manteniendo
en la Isla un elevado nivel de vida, no solamente por encima de la
inmensa mayoría de los cubanos, sino también por encima de muchos de los
que los apoyan en el exterior. Solo una pequeña prueba, ¿podría
cualquier seguidor y ferviente partidario de Yoani Sánchez
realizar en un solo año la cantidad de viajes al y por el exterior que
esta “perseguida, reprimida y humilde disidente” hizo en el 2013? Basta
señalar que visitó en más de tres meses países como España, Suecia,
Holanda, Francia, Italia, Perú, Brasil, México, Estados Unidos y otros
que haría muy extensa esta lista. ¿Quién pagó todo esto? ¿Para esto se
coge el dinero del contribuyente norteamericano?
Hasta este momento no he escuchado
levantarse dentro de Cuba ninguna voz de protesta ante esta decisión,
ellos saben bien que quien paga manda. Pero creo que el gobierno
norteamericano sigue equivocado en su accionar contra Cuba. Las decenas
de millones de dólares dilapidados en frustrados programas anticubanos
pudieran haber sido utilizados en resolver problemas internos en ese
país y no en mantener a una amplia gama de parásitos en Miami y en Cuba.
Lo más inteligente sería retirar todo este presupuesto anticubano y
entonces veríamos cuántos disidentes quedarían en Cuba.
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