Por Gral® Fabián Escalante Font - Reblogueado desde La pupila insomne -
El año pasado, el talentoso actor norteamericano Tom Hanks
actuó y produjo una película dirigida por Steven Spielberg denominada El puente
de los espías que, por cierto, mereció para uno de sus actores secundarios un
Oscar este año en esa categoría. El film relata la captura e intercambio del
piloto de esa nacionalidad Francis Gary Powers por el jefe de la red ilegal de
la inteligencia soviética en Estados Unidos Rudolf Abel, quien actuaba en ese
país desde 1948, y que sólo pudo ser apresado en 1957 al ser delatado (algo que
se omite en el film) por uno de sus oficiales –Reino Heihanen– de origen
finlandés, quien, tras robar dinero de la operación, desertó a Estados Unidos
para huir de sus responsabilidades.
Las historias reales de uno y de otro son bien distintas, el
soviético era un hombre de mediana edad, que dominaba 10 idiomas, aficionado a
las matemáticas y pintor de brocha fina, culto y experimentado en los avatares
de la Inteligencia, el joven piloto norteamericano de aviones espías U-2, quien
aparece en la versión cinematográfica como si realizara su primera operación,
fue abatido sobre territorio soviético el 1ro de mayo de 1960, precisamente el
día en que debían reunirse en Viena, Austria, el Presidente Eisenhower y el
Premier Jrushchov para negociaciones relativas a la distensión y eventual
desarme de los bloques que encabezaban ambos países.
El personaje principal de la película que interpreta Hank es
el abogado James Donovan, quien había sido compañero de Allen Dulles, entonces
jefe de la CIA, en los años de la segunda guerra mundial en las Oficinas de
Servicios Estratégicos OSS, la primera formación de inteligencia
norteamericana. Luego formó parte del equipo de su país en el juicio de
Nuremberg, donde los entonces aliados juzgaron a los dirigentes del nazismo y
más tarde, sin perder sus vínculos con la naciente CIA, se dedicó al ejercicio
de la abogacía. Años después fue el abogado designado por los Kennedy para
negociar el intercambio de los mercenarios de Girón por alimentos para niños e
implementos agrícolas que ya el bloqueo -que aún sufrimos- hacía inaccesibles
para nuestro pueblo. En 1963 la CIA por su intermedio trató de hacer llegar un
traje de buzo envenenado para obsequiarlo a Fidel Castro, a lo cual Donovan se
negó, y unos meses más tarde sirvió de introductor a la periodista Lisa Howard
para realizar una entrevista al líder cubano, en la cual hurgaría en las
alternativas para la normalización de las relaciones entre ambos países.
Sin embargo, el objetivo de este artículo no es lo explicado,
ni incluso las omisiones o tergiversaciones del film, sino las causas por las
cuales fue capturado el piloto Powers precisamente el día en que los líderes
norteamericanos y soviéticos intentaban negociar buscando una eventual
distensión a la Guerra fría.
En diciembre de 1959 el ex marine Lee Harvey Oswald, quien
más tarde fuera sindicado como el asesino solitario del Presidente John F.
Kennedy, había desertado de manera rocambolesca en la URSS. Allí, tras una
aparatosa renuncia a su ciudadanía en la embajada americana y un intento de
suicidio en el hotel donde se alojaba, Oswald obtuvo su permiso de residencia
en la ciudad de Minsk, Bielorrusia, donde habitó por casi tres años, se casó con una joven ciudadana soviética y tuvieron una niña.
¿Quién era Oswald, y por qué desertó?, una pregunta hasta
ahora no respondida. Había ingresado al cuerpo de Marines en 1958 para cumplir
el servicio militar y según su hoja de servicios estudió ruso en la escuela de
diomas de Monterrey, California. Más tarde fue trasladado a la base aeronaval
de Atsugi, Japón, especializándose en la operación de los radares que dirigían
los vuelos de los aviones U-2 por territorios soviéticos y chinos a los efectos
de fotografiar emplazamientos de armas y campamentos militares. Esta base
estaba a cargo de la CIA. Su actividad lo familiarizaba con los parámetros de
vuelo de dichas aeronaves y le permitía perfeccionar el idioma ruso. Según
algunos investigadores norteamericanos, durante su estancia en Japón, Oswald
estuvo relacionado con el intento de reclutamiento por la CIA del agregado
militar de la embajada soviética en Tokio en compañía de otro agente.
Luego de cumplir el período de trabajo asignado en Japón,
Oswald regresó a Estados Unidos, para ser destacado en la Base de El Toro en
California, a donde una noche lo fue a visitar el conocido agente CIA Gerry
Patrick Hemmings, quien en ese año, 1959, había estado en Cuba espiando a la
naciente Fuerza Aérea Revolucionaria, y junto con su colega Frank Sturgis
estuvo involucrado en un fracasado atentado a Fidel Castro.
Lo cierto es, según las investigaciones oficiales
norteamericanas, que al mes siguiente de la visita recibida, Lee Harvey Oswald
solicitó el licenciamiento aduciendo problemas de salud de su madre, residente
en Nueva Orleans, el cual obtuvo, y luego de un paso fugaz por aquella ciudad,
marchó en barco a Inglaterra, desde donde en avión se dirigió a Finlandia,
trasladándose al día siguiente por tren a territorio soviético. Todo en tiempo
record, algo poco común para un turista. Los soviéticos lo interrogaron y
conocieron sus antecedentes, según lo reconocieron cuando después del crimen
contra JFK los norteamericanos les solicitaron información.
Oswald era portador de una información vital para la defensa
estratégica de las fuerzas armadas soviéticas, y ella consistía en los
parámetros de vuelos de los aviones U-2 hasta entonces imbatibles por la
cohetería antiaérea. Nunca se aclararon los términos por los cuales le fue
concedido el asilo, que por supuesto no estaban relacionados por sus dichos de
marxista leninista convencido. Lo usual en los casos donde no mediaba ningún
antecedente o persecución política era que lo devolvieran por la misma frontera
que había penetrado, sin embargo sucedió todo lo contrario. En muy corto
tiempo, unos 30 días, obtuvo el permiso de residencia en la capital bielorrusa
y un trabajo en una fábrica de componentes electrónicos. Probablemente Oswald
entregó información sensible a los soviéticos para garantizar su categoría de
asilado.
Otro elemento a tener en cuenta en el análisis de este caso
se desprende del hecho que desde diciembre de 1959 hasta el 1ro de mayo de
1960 los U-2 norteamericanos no volaron por territorio de la URSS y es
precisamente ese día, en un momento crucial en que se reunían Eisenhower y
Jruschov en la búsqueda de una vía para aliviar los rigores de la Guerra fría,
que el avión de Powers es derribado por la cohetería soviética. ¿Por qué un
vuelo en esa fecha? ¿Fue una provocación? ¿Acaso tenían la intención de que los
soviéticos lo tumbaran –conociendo ya información valiosa sobre sus parámetros
de vuelo– con la vana intención de contar con alguna superioridad en las
negociaciones que se iniciaban?
Lo que sí quedó claro, que pocos meses después del derribo
del avión, Oswald regresó al consulado de Estados Unidos en Moscú, en el cual
antes había roto su pasaporte norteamericano, y solicitó la repatriación, la
cual fue aprobada incluyendo esposa e hija, y sus gastos fueron pagados por el
gobierno norteamericano.
Luego su historia continuará en Estados Unidos, vinculado al
FBI, la CIA y organizaciones antisoviéticas, su ubicación en Dallas, y
finalmente conectado a los contrarrevolucionarios cubanos con los cuales se va
a unir en sus pretensiones –pocas semanas antes del magnicidio de Kennedy—de
viajar a Cuba de manera tal que sus relaciones con nuestro país quedaran
legalizadas, actividades todas documentadas en las investigaciones oficiales
norteamericanas.
Como ya sabemos Oswald fue asesinado el 24 de noviembre de
1963 por Jack Ruby, un conocido gánster tejano, y con ello se le puso punto
final, al menos oficiosamente, a la investigación del asesinato del presidente
John F. Kennedy. ¿Cuantos secretos conocía Oswald que lo hacían tan peligroso?
¿Acaso fue un patsy*, como él mismo se denominara al ser interrogado por la
policía durante las primeras horas posteriores al crimen? ¿Cuántos años más
habrá que esperar para que el gobierno de Estados Unidos desclasifique todos
los documentos de la investigación por ellos realizada del magnicidio?
Entonces, en aquel puente de Berlín que unía los dos
sectores –soviético y norteamericano—¿qué fue lo que se intercambió? ¿Un piloto
por un coronel que no había delatado a nadie, ni reconocido los cargos que se
le imputaban y estaba condenado a 37 años de cárcel? Parece poco probable.
Quizás lo que originó aquel intercambio fue la necesidad de recuperar un
testigo potencialmente explosivo, que podía conocer informaciones importantes
sobre el espía Lee Harvey Oswald un año antes del magnicidio.
Finalmente decir que el coronel Vilyam Guénrijovich Fischer,
alias Rudolf Abel, fue condecorado con la orden Bandera Roja en su patria y
falleció entre los suyos en 1971. Sin dudas uno de los héroes de la Guerra
fría, quien posibilitó con su trabajo silencioso y modesto dotar a la URSS de
materiales inestimables sobre la defensa y capacidad ofensiva de los Estados
Unidos de aquellas fechas.
*Patsy: Chvo expiatorio o cabeza de turco.
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