"Saldremos adelante!" Fue lo que un colega exclamó durante una
de mis varias llamadas telefónicas a La Habana unos días después de Irma
desencadenó su ira sobre la capital, y mucho más directamente sobre gran parte
del litoral norte del país.
Otros, al preguntar cómo iban sus familias, colegas
y vecinos, declararon de manera similar: "Los cubano somos
luchadores", "Nunca nos damos por vencidos" y "Estamos en
la batalla por la recuperación".
No obstante, todos insistieron de forma unánime en que la situación del
país era “crítica”, después de haber sufrido los estragos del meteoro más
devastador de los últimos 85 años. Esto coincide con el mensaje de
Raúl Castro al pueblo, cuando dijo: “Nadie debe dejarse engañar; la
tarea que tenemos ante nosotros es enorme.” Otro colega señaló que la
solidaridad –característica de los cubanos– se fortaleció y generalizó
inmediatamente ante los embates de Irma sobre La Habana.
En un pequeño
edificio de apartamentos, por ejemplo, sin electricidad ni gas para
cocinar, una familia utilizaba el carbón de leña para preparar
la comida para todos los residentes, utilizando
los alimentos que estaban pereciendo en sus refrigeradores. Una
colega, una periodista, relató cómo ella fue capaz
de cumplir el plazo fijado por su noticiero a pesar de que
el edificio de oficinas donde trabajaba permanecía sin electricidad, gracias a
que se le ofreció acceso a la sede de otro medio de noticias. ¡Difícilmente
podría imaginarse que un hecho ocurriese en EE. UU! ¿Colaborarían CNN y
FOX de esa manera? ¿Compartiría el capitalista The New
York Times sus oficinas con su acérrimo competidor The
Wall Street Journal? De la misma manera, en Canadá, ¿podría alguien imaginar
tal cooperación entre los archirrivales The Globe and
Mail y el Toronto Star? Esta es tan solo una de
las grandes ventajas de la prensa cubana, al no estar controlada por el
sector privado. Los ejemplos precedentes y otros más incontables se
reflejan también en la declaración de Raúl: “con un pueblo como el
nuestro, ganaremos la batalla más importante: la recuperación”.
De hecho, apenas
tres días después de estas primeras conversaciones telefónicas, las mismas
personas reportaron que la electricidad y el gas ya se estaban
restableciendo, pero que, lamentablemente, muchos pequeños pueblos de
la costa norte habían sido devastados, hasta el punto de que las viviendas y
los servicios normales aún estaban lejos de recuperarse.
“¿La supervivencia
del más apto?”
Las palabras que
siguen a continuación podrían despertar algún interés o provocar
discusiones polémicas. Es un hecho histórico que la Revolución Cubana ha
sobrevivido en contra de todas las probabilidades y predicciones, a pesar
de, entre otros factores, las cinco décadas de bloqueo y el
estremecimiento ocasionado por la caída de la URSS y el campo socialista, lo
que se suponía que sería la sentencia de muerte de la revolución
socialista. Por el contrario, en lugar de simplemente sobrevivir, Cuba ha
evolucionado –social y culturalmente– y constituye un modelo sin precedentes de
la solidaridad internacional, y ello dentro de los límites del bloqueo,
cuyo objetivo debe ser siempre recordado: el prolongado genocidio del
pueblo cubano, para que este deserte de la Revolución.
Mientras que las
ciencias sociales aún están lejos de poder ofrecer un análisis exhaustivo,
dar una explicación o alentar este fenómeno excepcional de la Revolución
de Cuba, el uso metafórico de las ciencias naturales puede
ayudarnos en esta reflexión. Charles Darwin demostró
que, como parte de la evolución natural, solo los más
aptos sobreviven a la extinción. La Revolución Cubana es la
“más apta”, en el sentido de que se ha impregnado de la inmensa mayoría del
pueblo y su nación para superar incluso los desafíos más difíciles y
aparentemente invencibles.
La
mentalidad de negarse a aceptar la derrota se reflejó también en
el llamado que hizo Raúl a su pueblo, cuando concluyó: “Enfrentemos
la recuperación con el ejemplo del Comandante en Jefe de la Revolución Cubana,
Fidel Castro Ruz, quien con su permanente fe en la victoria y férrea voluntad
nos enseñó que no existen imposibles. En estas difíciles horas, su legado nos
hace fuerte y nos une.” A través de su pensamiento, acción y ejemplo,
Fidel es a la vez el principal impulsor y guía de la Revolución
Cubana. Él encarna esa voluntad de hierro para repeler los ataques de todas las
tendencias hostiles dentro y fuera de Cuba, para triunfar sobre cualquier reto
que se interponga en su camino y, así, salir victorioso.
Solidaridad
internacional
El pueblo
cubano ha demostrado ser líder mundial en lo que se refiere
a la solidaridad internacional, y, tras el paso de Irma, el amor que
han extendido a otros ha sido recompensado con el rápido
apoyo material y moral de Rusia, Vietnam y de los países
de América Latina. Por ejemplo, en una reunión de información después
del huracán, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, con
su estilo chavista, mostró un video de un avión Hércules cargado con
material de apoyo, aterrizando en una improvisada pista autorizada por
el gobierno cubano, antes de la reapertura del aeropuerto de La Habana.
Más que
nunca, Cuba necesita y merece ese apoyo material y moral. Pero,
mientras recibe este tipo de solidaridad proveniente de todo el planeta, Trump
ratificó la denominada Ley de Comercio con el Enemigo y, una vez más, el 13 de
septiembre hizo una declaración acerca de las supuestas violaciones de los
derechos humanos en Cuba y Venezuela, seguida por una insensible declaración
de su Secretario de Estado, Rex Tillerson. El 16 de septiembre, éste
afirmó, a la luz de la presunta y totalmente infundada interferencia sónica por
parte de Cuba contra los diplomáticos estadounidenses en La Habana, que Estados
Unidos está considerando el cierre de su embajada en La Habana. Lo afirmó con
una total insensibilidad frente al sufrimiento del pueblo cubano causado por el
huracán Irma: “Es un problema muy grave con respecto al daño que ciertos
individuos [diplomáticos estadounidenses] han sufrido”.
El gobierno
canadiense de Justin Trudeau hace parte de aquellos países
occidentales que no han expresado ninguna declaración de
apoyo o de solidaridad con Cuba. Es una triste realidad, dada la
especial relación de Canadá con Cuba, país con el que nunca ha roto
relaciones diplomáticas. De hecho, el padre de Justin Trudeau fue el
primer líder de Occidente en visitar a Cuba y expresar su solidaridad con
Fidel Castro y “Cuba Libre”. Justin Trudeau visitó a Cuba y se reunió con Raúl
Castro tan solo algunos días antes de que Fidel Castro falleciera. Durante
varias décadas, además, Canadá ha sido la mayor fuente de turismo para
Cuba, hasta el punto de que millones de canadienses han visitado la isla,
no solo una vez, sino en múltiples ocasiones, haciendo de Cuba, para muchos,
prácticamente un hogar en la distancia.
Podemos abrigar la
esperanza de que el gobierno de Trudeau rectifique y exprese al menos su apoyo
moral, el cual daría un gran aliento a los cubanos, conscientes de la
especial relación Canadá-Cuba, forjada en cierta medida por la tradición de
Trudeau. Dado que el apoyo financiero y material se necesita urgentemente,
Canadá debería superar la burocracia que se ha impuesto a sí misma y
proporcionar una ayuda inmediata. Según el sitio web de la Misión cubana en
Ottawa, lo primero en la lista de necesidades son materiales de
construcción. Canadá ocupa el quinto lugar en el mundo en producción
de madera y oscila entre el primer y segundo lugar como exportador de
productos de madera. ¿No debería Canadá examinar inmediatamente la superación
de cualquier obstáculo y hacer uso de este abundante recurso natural, tan
necesario para Cuba en la actual crisis?
En contraste
con los gobiernos de Canadá, Estados Unidos, el Reino Unido e Irlanda,
las organizaciones de solidaridad y otras instituciones en esos
países y el resto de Europa, Australia y Nueva Zelandia están haciendo todo
para recaudar fondos de ayuda a nivel comunitario, con el
fin de apoyar a Cuba. Aun cuando todos los países del Caribe también
necesitan este apoyo, Cuba fue la más afectada en términos de
la cantidad de infraestructura y el número de
personas afectadas por Irma. Es también una cuestión política, en términos
de apoyo a la supervivencia de la Revolución Cubana, que ahora
enfrenta un desafío climático sin precedentes. Adicionalmente,
aún quedan cerca de tres meses para que termine la temporada de huracanes,
como lo han señalado algunos de mis colegas en La Habana.
El bloqueo
norteamericano e Irma
Cuba también se enfrenta
a una nueva campaña de desinformación por parte de los medios de
comunicación occidentales y otros. Muchos de ellos parecen gozar a
sus anchas al describir el estado “deteriorado de las viviendas y otras
estructuras y los techos”, lo que en alguna medida es
cierto, especialmente en ciudades como La Habana. Pero ¿es
esto una característica inherente al sistema cubano? La impresión que algunos
procuran dar es que cualquier problemática asociada a la vivienda y
la infraestructura es enteramente responsabilidad de Cuba, y que ello
constituye la prueba del “fracaso del socialismo”. Sin embargo, ¿qué se dice
acerca del impacto del bloqueo, totalmente ignorado en estos informes
o reducido a una nota de pie de página? Como dijeron unos de mis
amigos consultados en Cuba: “No es casual que oculten o minimice el peso del
bloqueo.”
El efecto
acumulativo del bloqueo desde 1961 obstaculiza gravemente el normal desarrollo
económico de Cuba. El bloqueo es en sí mismo el resultado del
propósito genocida de doblegar a Cuba y obligarla a rendirse ante el imperio
estadounidense. Viendo la TV cubana durante el paso de Irma
e inmediatamente después, es evidente que el
bloqueo ha tenido un efecto exponencial en los daños,
como sucede ahora con la recuperación. Tomemos, por ejemplo, el tema
de la construcción y las infraestructuras, donde es más probable que
las viviendas y edificios “deterioradas” sean una consecuencia directa del
bloqueo, que produjo daños por $30.868.200 en un solo año entre 2015 y
2016. Una de las principales causas de los daños fue la falta de acceso a
tecnologías de construcción livianas y a componentes energéticos
eficientes, disponibles en el mercado estadounidense, o producidos por filiales
de empresas estadounidenses. ¿Podría ser esta la causa principal del estado
“deteriorado” de las viviendas y techos sin desconocer las insuficiencias
internas de Cuba?
Esta situación requiere que,
quienes estamos fuera de Cuba, contrarrestemos la campaña de
desinformación contra la Revolución Cubana y exijamos el
levantamiento completo del bloqueo, como parte de nuestra expresión de
solidaridad financiera, material y moral con Cuba.
*Arnold August, periodista y conferencista canadiense, es autor de los libros Democracia en Cuba y de las elecciones de 1997-98, Cuba y sus vecinos: Democracia en movimiento y el recientemente presentado Relaciones Cuba-Estados Unidos: Obama y más allá.Arnold puede ser seguido en Twitter @Arnold_August y FaceBook
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