Por Arnold August *
¿Quién habría
pensado, durante el intento de golpe de estado del 23 de enero último en
Venezuela, y sus consecuencias inmediatas, que solo cinco meses después Caracas
se convertiría en el epicentro de la izquierda latinoamericana? El XXV
Encuentro del Foro de Sao Paulo está previsto del 25 al 28 de julio en la
mismísima Caracas que algunos suponían en manos de los Estados Unidos y sus
aliados. Aquel día la reacción de la derecha hemisférica internacional, desde
el norte en Ottawa -pasando por Washington D.C. a Bogotá, a Lima en dirección
al sur, a Santiago de Chile-, tenía las botellas de champán listas para
descorcharlas.
Si bien la
apropiación del petróleo fue y es obviamente el objetivo, la destrucción del
chavismo -como un modo de extirpar un ejemplo e inspiración- fue y es una
consideración clave. Pesaba mucho en la balanza cuando Estados Unidos y sus
aliados lanzaron su atrevido plan de golpe de estado el 23 de enero. No
consistió en la primera intervención directa de los Estados Unidos contra
Venezuela, después de la emergencia de Chávez al poder; la anterior fue contra
Chávez, con él en vida.
Sin embargo, se
esperaba que esta última versión fuera un triunfo seguro para el imperialismo
estadounidense. Todo estaba en su lugar, como catapultar a un nuevo líder
"popular" de las "bases", ¡y que resultara un diputado
electo! Tal golpe de genio aparentemente estaba destinado a reemplazar a los
abiertamente capitalistas Fedecámaras de 2002, que se parecían más a un rostro
civil de la policía de Pinochet cuando se presentaron para la oportunidad
fotográfica, en ese momento.
No, esta sería una
nueva versión de un golpe de estado. Esta nueva cara del imperialismo tenía a
su disposición una coalición de apoyo a su equipo de ensueño, formada por el
Cartel de Lima. Su principal característica original era que no incluía al
Trump universalmente detestado, reemplazado por su imagen política antitética
de Canadá, Justin Trudeau, diseñado para brindar credibilidad a la
Administración Trump.
El uso masivo de
medios corporativos internacionales en una campaña de demonización sin
precedentes contra un líder, en este caso Maduro, fue apoyado "en el
terreno" por los soldados estadounidenses de las redes sociales
distribuidas por todo el planeta. Frente a la resistencia bolivariana dejemos
en claro los nervios de acero y la visión que exhibió Maduro durante las
mordeduras del 23 de enero por parte de EE. UU.
Sus aliados en el
hemisferio, y más allá de la vieja Europa, organizaron dos intentos de golpe
más, y tres fallas en la red eléctrica en marzo; sucesivas sanciones económicas
y diplomáticas, causa de 40 mil muertes en el período anterior al 23 de
enero. Pese a las dificultades y la tensa situación, las propuestas abiertas al
desierto, dirigidas a las fuerzas armadas cayeron en oídos sordos.
Por el contrario,
la alianza cívico-militar no solo mantuvo su fuerza, sino que también
desarrolló su conciencia político-ideológica y patriótica, y caló aún más en la
población. Desde el 23 de enero hasta el presente, millones de chavistas
muestran regularmente el apoyo a SU revolución, expresándose de una manera, aún
más convincente que en las urnas electorales, que Maduro es el presidente
legítimo.
En el curso de
esta resistencia, la Revolución Bolivariana desarrolla aún más su política de
combinar la lucha revolucionaria (no confiando en el imperialismo ni un
tantito, ¡nada!, como indicó el Che), basada en sus principios, con la búsqueda
simultánea en curso de una solución negociada, pacífica y política con la
oposición. ¡Brillante ejemplo de diplomacia revolucionaria!
En este contexto y
con Sao Paulo en mente, uno debe apreciar el trabajo de la Revolución
Bolivariana, Maduro y su liderazgo completo (por ejemplo, Jorge Arreaza,
bilingüe, como el ministro del Poder Popular para Relaciones Exteriores) están
desarrollando activamente sus vínculos con las fuerzas antiimperialistas de
izquierda, en el corazón del imperio. Por ejemplo, Maduro ha extendido
personal y explícitamente su mano -en nombre de la Revolución Bolivariana- a
las fuerzas de izquierda en Washington DC, que habían ocupado valientemente la
embajada de Venezuela para protegerla contra las fuerzas pro-estadounidenses.
Para citar solo
uno de los muchos ejemplos, las misiones diplomáticas venezolanas en Canadá no
dudaron ni un momento en reconocer las declaraciones de enero-febrero de los
sindicatos canadienses, en nombre de sus cinco millones de miembros, en apoyo
al derecho de Venezuela a la autodeterminación, contra la política del gobierno
canadiense de interferencia pro-Trump.
Este alcance es
recíproco porque la izquierda en los países capitalistas como los EE. UU.,
Canadá y el Reino Unido están acudiendo, desde enero, cada vez más a Caracas
para testimoniar por sí mismos y responder contra la campaña de desinformación
masiva lanzada contra Venezuela. Esta tendencia se ha convertido, por así
decirlo, en la versión digital 2019 de lo que fueron las brigadas
internacionales en apoyo a la República en la Guerra Civil española.
Cuando tuve
oportunidad de escuchar a Maduro en una pequeña reunión con una delegación
extranjera, el 4 de febrero de 2019, uno de los varios aspectos significativos
que aprendimos fue el siguiente punto de vista: Venezuela se ve forzada a
ingresar al escenario internacional como el epicentro del antimperialismo. Es
decir, Venezuela no buscaba esta posición, pero la historia se la está
imponiendo. Y, por supuesto, la Revolución Bolivariana está a la altura del
desafío.
Me gustaría
agregar que, como resultado de la situación internacional y la Revolución
Bolivariana, la izquierda se ha movido más hacia la izquierda. La postura de
principios de Venezuela ha obligado a los falsos amigos de la Revolución
Bolivariana a abandonar la pose. En cualquier caso, esa tendencia fue un peso
muerto en el proceso bolivariano, creando dudas desde una distancia segura.
Sin embargo, desde
el 23 de enero han caído abiertamente en la narrativa estadounidense de
elecciones de mayo de 2018 como “deficientes”, obstaculizadas por
“irregularidades electorales” y “manipulaciones” y, por supuesto, Maduro como
“autoritario.” El Norte presenta esos criterios como la voz “razonable” de la
campaña contra Venezuela, en busca de la credibilidad que tanto necesitan en
sus maniobras.
A cambio,
mantienen sus privilegios académicos y el acceso a la corriente principal al
pronunciar las palabras clave (“fraudulentas”, “autoritarismo.”) El "apoyo
crítico" latente que se manifestó antes del 23 de enero se ha transformado
de lleno en la narrativa de los Estados Unidos con algo de retórica de
izquierda para tratar desesperadamente de conservar cierta credibilidad.
Sobre la
afirmación de que, como resultado de la Revolución Bolivariana, la izquierda se
ha movido más hacia la izquierda, a veces es útil investigar cómo los enemigos
ven el movimiento. Después de todo, el imperio es muy sensible al
fortalecimiento del chavismo como un efecto bumerán no deseado de su
interferencia en Venezuela. Aparentemente, su peor pesadilla se está volviendo
realidad si uno debe juzgar por este artículo típico en WorldPoliticsReview que
encabezó:
“La crisis de Venezuela está trazando nuevas
líneas ideológicas en América Latina, y sigue: Ya no es posible que los líderes
latinoamericanos emitan declaraciones confusas ahora que la oposición
venezolana ha declarado a Maduro como un presidente ilegítimo. Cuando Juan
Guaidó, el jefe de la Asamblea Nacional de Venezuela, se declaró a sí mismo
presidente interino el mes pasado, obligó a todos los líderes de la región a
dejar clara su posición con respecto al gobierno.”
Por otro lado, el
movimiento hacia la izquierda también se refleja en el hecho de que las fuerzas
de los valientes izquierdistas de principios se han extendido en los Estados
Unidos y Canadá, y expandido a nuevas áreas. Además, y esto es muy
importante, la descarada campaña mediática contra Venezuela ha fortalecido
enormemente la conciencia política bolivariana.
Asimismo, ha
originado una serie de nuevas redes sociales, así como el aumento múltiple
en el uso de las ya existentes y sitios web alternativos dedicados, entre otras
causas, a la Revolución Bolivariana.
Para aquellos de
nosotros que seguimos los medios de comunicación alternativos -y de los
venezolanos-, las mentiras descaradas son tan frustrantes que dan pie a una
resolución aún mayor, y por tanto una posición más de izquierda sobre
importantes asuntos internacionales y la situación interna en los países
imperialistas.
En consecuencia, la elección de Caracas para el próximo Foro de Sao Paulo no es una decisión arbitraria. Es una elección natural y necesaria, muy bien merecida por Maduro y millones de chavistas, que darán la bienvenida a las fuerzas progresistas en la misma ciudad que, se suponía, los Estados Unidos y sus aliados ocuparían.
Cuando uno está en el lado correcto de la historia, esto es lo que sucede.
Es importante reflexionar sobre la importancia histórica de los cinco meses
transcurridos, desde el 23 de enero hasta el mes de julio, no sólo para América
Latina sino también para todo el hemisferio,y, ¿por qué no?, para todo el
mundo. El impacto del resultado en América Latina
afecta a la humanidad.
*Arnold August. Periodista, autor y conferencista canadiense. Contribuye artículos
en español, inglés y francés a los sitios web y publicaciones de América Latina
y el Caribe, EE.UU., Canadá, Europa y Medio. Ha escrito los libros Democracyin
Cuba and the 1997-98 Elections (Editorial José Martí, La Habana,1999), Cuba y
sus vecinos: democracia en movimiento (Editorial Ciencias Sociales, La Habana,
2014) y Relaciones Cuba–EE.UU. ¿Qué ha cambiado? (Editorial Oriente, Santiago de Cuba,
2018.) Twitter @Arnold_AugustFaceBook Sitio https://www.arnoldaugust.com/index_sp.html
Tomado de Firmas Selectas - Prensa Latina
No hay comentarios:
Publicar un comentario