En todas las prisiones, los reclusos se capacitan en algún oficio |
La prensa
nacional y foránea acreditada en Cuba visitó este martes algunas prisiones de
la Isla.
En el
recorrido los periodistas tuvieron acceso al interior de los centros de
mayor seguridad como es el caso del Combinado del Este y la prisión de mujeres
del Guatao. Así como a centros para jóvenes por conducta como La Lima y San
Francisco de Paula, estos últimos sin cercas, rejas o candados en ninguna
de sus instalaciones.
Claro, que
estos lugares no rayan en la perfección, son centros penitenciarios. Pero, en
Cuba, por el contrario a lo que preconizan las campañas mediáticas contra la
Isla, no es mediante el castigo, la tortura, la golpiza o el maltrato
psicológico que se logra el cambio humano sino mediante el acceso a la cultura,
el conocimiento, el deporte y el trabajo.
El mejor
ejemplo es que existen hoy 27 095 internos que se encuentran incorporados al
estudio en los diferentes niveles de enseñanza y se capacitan además de forma
voluntaria y en todas las prisiones en algún oficio mediante cursos o a pie de
obra.
Los cursos
de superación van desde la enseñanza técnico profesional hasta la superior.
En cuanto
sus derechos humanos, la prensa pudo constatar a través de entrevistas a los
sancionados que tienen garantizadas las tres comidas, un puesto médico y una
consulta de estomatología en cada prisión. La frecuencia de la visita de los
familiares, el pase y el derecho a los pabellones conyugales o familiares está
en dependencia del tipo de centro.
Por otra
parte, se garantiza asistencia religiosa individual y colectiva a los reclusos
que lo soliciten.
Formación de
las reclusas en la prisión del Guatao,
el trabajo con la cultura |
En las
cárceles de mujeres las embarazadas reciben atención médica y dieta alimenticia
especial. Una vez que paren permanecen al lado de sus niños durante el primer
año de vida.
La prisión del Guatao tiene sancionadas de
otros 8 países, en su mayoría por el delito de tráfico de drogas.
Explicaron a la prensa que se les permite tener en las celdas refrigerador y
cocina por sus diversas costumbres alimenticias, aunque si lo desean tienen
derecho a comer la cubana que preparan las propias reclusas.
Las autoridades penitenciarias aseguran que la
cifra de mujeres presas es mucho menor que la de los hombres al ser en todo el
país un poco menos de 4 000. Un 75 por ciento de ellas logran reinsertarse a la
sociedad después de cumplir las sanciones en su mayoría por los delitos de
estafa, malversación y el robo con fuerza, este último casi siempre
acompañadas por un hombre.
Quizás las
cárceles cubanas no han sido evaluadas por ninguna comisión internacional de
Amnistía Internacional o La Cruz Roja, pero después de lo que la prensa escuchó
de boca de los reclusos y lo que vio con sus propios ojos en el interior
de las cárceles cubanas demuestra que Cuba en materia de derechos humanos tiene
mucho que enseñar al mundo.
Comisiones
internacionales tienen mucho trabajo pendiente, como preocuparse por los 130
presos que desde principios de abril de este año mantienen una huelga de hambre
en la prisión de Guantánamo, en protesta por las duras condiciones
disciplinarias. Ellos viven en barracones y se les viola el derecho a la
religión que profesan, negandoles sus libros sagrados para sus oraciones.
El gobierno de Estados Unidos viola, irónicamente en
territorio cubano, los derechos humanos de estos reclusos bajo la egida de la
injusta ley norteamericana de Defensa Nacional del 2012 que permite mantener en
arresto indefinido a personas “sospechosas” de colaborar en actos contra el
país.
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