Alocución de René González, Luchador antiterrorista y Héroe de la República de Cuba, en la TV el 3 de septiembre de 2013.
Queridos compatriotas:
Ante todo les pido excusas por irrumpir en este momento. Sé lo que significa este espacio para la familia cubana y les prometo que seré breve, pero es necesario que esta alocución llegue a la mayor audiencia posible.
Queridos compatriotas:
Ante todo les pido excusas por irrumpir en este momento. Sé lo que significa este espacio para la familia cubana y les prometo que seré breve, pero es necesario que esta alocución llegue a la mayor audiencia posible.
Como se sabe, el próximo 12 de septiembre se cumplirán 15 años
de nuestros arrestos.
Todos los años se hace una jornada tanto nacional como
internacional para demandar que se nos haga justicia, pero queremos que la
jornada que se realizará este año entre el cinco de septiembre y el seis de
octubre sea una jornada única, sea una jornada especial, protagonizada por
ustedes.
Quince años en la vida de un ser humano es mucho tiempo. Los
hijos crecen, se convierten en hombres, en adolescentes; familiares fallecen y
no están más con nosotros; y parte de la población cubana ha nacido en estos
quince años.
Yo cumplí mi sentencia íntegramente, pero tenemos que
impedir que eso suceda con mis cuatro hermanos por todo lo que implica y,
aunque es duro decirlo, tenemos que recordar que eso para Gerardo implica que
si los designios del gobierno norteamericano se cumplen, él moriría en la
cárcel.
Durante estos años hemos tenido como protagonista del cariño
al pueblo cubano. Ese cariño se ha manifestado de todas las formas posibles en
las cartas, en los mensajes, en los dibujos de los niños y ese cariño es el que
queremos que sea en esta ocasión el protagonista de la jornada.
Yo he tenido ocasión de sentirlo, de vivirlo, de palparlo,
de experimentarlo en las calles de Cuba, de todas las formas posibles y en
cualquier punto geográfico de la Isla y ese es el cariño que le estamos
pidiendo que se manifieste en esta ocasión, donde ustedes lo hagan de la forma
en que quieran, con toda la diversidad que nos caracteriza como cubanos y en la
mejor manera que cada cual considere en su aula, en su centro de trabajo, en su
barrio, en su proyecto comunitario, que puede ser capaz de manifestarlo.
Para la jornada se están preparando iniciativas que serán
anunciadas, pero creemos que lo más importante es que cada uno de ustedes se
una a esas iniciativas a su manera, de la forma en que considere que puede
hacerlo.
Yo solo tengo para el pueblo una exhortación personal, que
requiere de una historia. Yo quiero que este 12 de septiembre en el país se
produzca un terremoto: un terremoto hermoso, un terremoto de amor, un mensaje
del pueblo cubano al pueblo norteamericano a través de un símbolo que para el
norteamericano medio es un símbolo de amor, es un símbolo de cariño y es un
símbolo que ellos lograrán entender en su idioma; y ese símbolo es la cinta
amarilla.
Quiero que el doce de septiembre el país se llene de cintas
amarillas y que el visitante o el corresponsal extranjero que esté en la Isla
no puedan ignorarlo. Que ese día la Isla de Cuba se sacuda y aparezcan cintas
amarillas en los árboles, en los balcones, en las personas, como quiera que se
les ocurra usarlas, en las mascotas, como ustedes lo decidan, que esas cintas
amarillas llenen al país y que no pueda ser ignorado, que no pueda dejarse de
reportar al mundo que el pueblo cubano está esperando por cuatro de sus hijos
que están presos en Estados Unidos.
La cinta amarilla es un símbolo que ha entrado en la cultura
del norteamericano, que se inició durante la Guerra Civil inglesa cuando las
esposas de los combatientes los esperaban con cintas amarillas.
Luego fue transmitido a la Guerra Civil de los Estados
Unidos y a través del tiempo con sus altas y sus bajas, ha ido cambiando de
significación hasta que en los años setenta del siglo pasado una canción que
hizo época la volvió a poner en la cultura norteamericana.
La canción es una hermosa historia de un preso que está al
salir de la cárcel y que lo único que le pide a su prometida es que si aún lo
ama, ponga una cinta amarilla en un árbol. A través de la letra, de la lírica
de la canción, se va desarrollando la ansiedad de ese hombre que va a salir de
la cárcel y su espera por saber si en el árbol va a estar la cinta amarilla y
cuando él llega al lugar lo que ve en el árbol son cien cintas amarillas.
A partir de ese momento esa cinta se ha convertido en un
símbolo para el norteamericano que espera a alguien en una misión en el
exterior, que espera a un soldado, que espera a un ser querido y ese es el
mensaje que queremos que ustedes le hagan llegar al pueblo norteamericano: que
sepan que el pueblo cubano está esperando a cuatro de sus hijos. Que no es
solamente la familia, que no es solamente quien los conoce personalmente, sino
que hay un país, hay un pueblo que está esperando a cuatro de sus hijos
injustamente encarcelados en los Estados Unidos.
Contamos con ustedes para eso, confiamos en ustedes.
Queremos que sea una jornada distinta y también queremos que sea la última
jornada y creo que este es el momento de traerlos a casa y para eso contamos
con el apoyo de ustedes.
Muchas gracias.
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