Discurso
pronunciado por el
General de Ejército Raúl Castro
Ruz, Presidente de los Consejos
de Estado y de Ministros,
ante la Asamblea
de la Organización de
Estados del Caribe
Oriental. Antigua y Barbuda, 9 de diciembre de 2017, “Año 59 de la
Revolución”.
Honorable Allen Chastanet, Primer Ministro de Santa Lucía y
Presidente de la Organización de Estados del Caribe Oriental;
Honorable Rene Baptiste, Presidenta de la Asamblea de la
Organización de Estados del Caribe Oriental;
Excelentísimo señor Dr. Didacus Jules, Director General de
la Organización de Estados del Caribe Oriental;
Estimados Jefes de Gobierno;
Distinguidos Líderes de la Oposición;
Estimados Parlamentarios:
Agradezco la invitación para visitar la Asamblea de la
Organización de Estados del Caribe Oriental y la oportunidad de compartir con
ustedes la celebración de los 45 años del establecimiento de relaciones
diplomáticas con los primeros Estados independientes del Caribe, y de esta
visita a Antigua y Barbuda. Les aseguro que la delegación cubana se ha sentido
como en casa y hemos comprobado en cada momento el afecto mutuo entre nuestras
naciones.
Valoramos mucho que a pesar del devastador impacto de los
fenómenos climatológicos extremos que recientemente afectaron a varias de
nuestras islas, incluida Barbuda, se haya decidido mantener estas citas. Lo
asumimos como una confirmación de la hermandad que nos une.
Hoy tenemos ante nosotros un nuevo y urgente desafío, de
cuyo desenlace depende la supervivencia de la especie humana. El enfrentamiento
al cambio climático es una prioridad impostergable para toda la humanidad,
especialmente para nuestros pueblos, que han sufrido en carne propia sus
devastadores efectos y sobre los que pesan los pronósticos más preocupantes
derivados de nuestra situación geográfica y la alta vulnerabilidad frente a
desastres naturales extremos, como los huracanes.
El clima está cambiando con un comprobado impacto en el
aumento de la intensidad y poder destructivo de los fenómenos naturales.
Los esfuerzos internacionales para detener y revertir el
daño causado al Planeta, han mostrado ser insuficientes. El tiempo para atenuar
esta situación se agota.
Es hora de cerrar filas y acometer acciones ambiciosas e
inmediatas para detener el continuo deterioro de la Madre Tierra. Si no
actuamos con urgencia, los objetivos que nos trazamos en 1992, al adoptar la
Convención Marco sobre el Cambio Climático, no serán más que letra inerte, y la
meta acordada en París para evitar el incremento de la temperatura global en
más de 1,5 grados Celsius, no pasará de ser una quimera.
No puede permitirse que nuestros países resulten arrasados y
sus ciudadanos se conviertan en víctimas, mientras persiste la irracionalidad
de los patrones de producción y consumo de los países desarrollados,
responsables históricos de la degradación del medio ambiente.
Ellos tienen la obligación de cumplir con sus compromisos
internacionales mediante metas ambiciosas de mitigación y la transferencia de
los recursos financieros y las tecnologías necesarias a los países en
desarrollo con absoluto respeto a la soberanía nacional.
Excelencias:
Resulta imprescindible promover un entorno internacional que
favorezca el desarrollo de los países del Sur, y en particular de los Pequeños
Estados Insulares en Desarrollo.
Las especiales vulnerabilidades de nuestras naciones frente a
los peligros que supone el cambio climático y el aumento en la frecuencia e
intensidad de los desastres naturales, son un argumento irrefutable para
reclamar una estrategia diferenciada hacia el Caribe.
De ahí, la relevancia que tiene la designación por las
Naciones Unidas del Mar Caribe como una “Zona Especial en el contexto del
desarrollo sostenible”.
En el ámbito de la reducción de desastres, que constituye
una labor de primer orden para todos, es imperativo fortalecer las capacidades
nacionales y colectivas para el enfrentamiento a los fenómenos naturales.
Nuestras naciones tienen toda la voluntad política para
avanzar más y mejor en la preparación y enfrentamiento a estos eventos.
Ello requiere cuantiosos recursos, de los que no disponemos.
El principal obstáculo es el subdesarrollo, y el orden económico internacional
injusto y egoísta que lo condiciona y sostiene.
Es indispensable un aumento significativo de la cooperación
internacional y la transferencia de recursos, tecnologías y conocimientos hacia
los países caribeños, con el objetivo de fortalecer sus estrategias nacionales.
En el espíritu de solidaridad que ha caracterizado nuestras
relaciones, las modestas experiencias de Cuba en estos ámbitos han sido puestas
a disposición de varios países de la región. Por ejemplo, el modelo cubano de
Centros de Gestión Integral del Riesgo de Desastres se aplica en varios países
del Caribe, atemperado a sus realidades específicas.
Como ocurre en varias naciones caribeñas, en Antigua y
Barbuda y en Dominica, ya laboraban decenas de colaboradores cubanos de la
salud, cuando sufrieron los impactos demoledores de los huracanes “Irma” y
“María”.
A ellos se unieron, tras su paso, especialistas adicionales
del Contingente Internacional de Médicos Especializados en el Enfrentamiento de
Desastres y Graves Epidemias “Henry Reeve”, rescatistas, constructores,
técnicos en redes eléctricas y otros recursos humanos y materiales como una
pequeña pero útil contribución a la recuperación.
En el marco de la VI Cumbre Cuba-Caricom, Cuba presentó una
propuesta de Programa para el desarrollo de una cooperación en la esfera de la
reducción de desastres y el enfrentamiento al cambio climático para el trienio
2018-2020, en el que esperamos que los Estados miembros de la Organización de
Estados del Caribe Oriental puedan participar activamente.
Reafirmo hoy la voluntad inequívoca de Cuba de continuar
compartiendo con los hermanos caribeños los beneficios de nuestras modestas
realizaciones en materia de adaptación frente al cambio climático y en la
reducción del riesgo de desastres. Lo asumimos como el deber que une a pueblos
hermanos. El Caribe siempre podrá contar con Cuba. ¡Así ha sido y así será!
Preservaremos los principios de respeto y de solidaridad
como valores esenciales de nuestras relaciones.
Y finalmente, quiero agradecerles a ustedes, todos, el
homenaje sencillo y profundo que hace un instante se le hizo al Jefe de la
Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz.
Muchas gracias.
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