Tal parece que el fuerte aroma del mejor tabaco del mundo, el de Vueltabajo, tiene mareados a los Tigres de Ciego de Ávila.
Pinar del Río ha demostrado que es poco menos que imbatible en el "Capitán San Luis", imponiéndose en los encuentros de miércoles y jueves, y colocándose a sólo un triunfo de ganar el codiciado galardón de esta Serie de Oro.
En el tercer duelo, los Vegueros hicieron derroche de fuerza ofensiva, conectando cuatro jonrones en el mísmisimo primer ining. Nocao de 14 anotaciones por 4 fue el resultado final. Donald Duarte, William Saavedra, Mijaín Rivera y Raidel Álvarez conectaron los vuelacercas de la primera entrada; mientras que Luis Alberto Valdés lo hizo en el segundo episodio, para elevar a 27 la nueva marca de batazos de cuatro esquinas en postemporada. El registro anterior, 24, pertenecía a sus rivales.
Para el encuentro del jueves, Róger Machado acudió su principal carta de triunfo: el estelar Vladimir García, en aras de volver a emparejar las acciones. Sólo una carrera limpia pudieron anotarle los Pativerdes, sin embargo, la defensa avileña hizo aguas; y Pinar volvió a salir delante con trabajo casi perfecto de su abridor Vladimir Baños, que espació tres jits en ocho entradas completas.
Los muchachos de Alfonso Urquiola ganaban 5-1 en el principio del noveno, cuando los Tigres sacaron las garras y lograron un racimo de tres, remolcadas por cuadrangular de Yoelvis Fiss. Otro final no apto para cardíacos que dejó en 5-4 el marcador final del pizarrón.
Esta noche, Pinar hará lo imposible por rematar a sus oponentes y acariciar un trofeo que les es esquivo desde 1997. No obstante, y aunque he manifestado mis simpatía por los de Occidente, no creo que el combativo Ciego de Ávila renuncie al sueño dorado de su primer campeonato.
Los del centro ya han demostrado que saben jugar de abajo, y si no que les pregunten a Villa Clara y Granma, víctimas de sus zarpazos cuando ya los creían agonizantes.
La Serie puede o no acabar hoy, lo que sí es seguro es que en toda Cuba, y más allá de nuestras fronteras, hemos disfrutado de un espectáculo deportivo magnífico, de derroche de amor por la camiseta, de pasión en el terreno. Porque la pelota sigue siendo, sin dudas, nuestra gran pasión.
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