Por Iroel Sánchez - Reblogueado desde La pupila insomne -
Hoy abren las primeras planas de medios
de comunicación de todo el mundo las fotos más buscadas por los
fotorreporteros presentes en la Cumbre de las Américas en Panamá: El
saludo entre los presidentes de Cuba y EE.UU.,
impuesto por la resistencia de la Revolución cubana y el respaldo a su
presencia en Panamá por todos los pueblos y gobiernos de América Latina
frente a la política de aislamiento impulsada por Washington a lo largo
de más de cinco décadas.
Como corresponde, The New York Times da la pauta. Pero Diario de Cuba, el libelo pagado por la National Endownment for Democracy,
el mismo que en la desesperación que lo embargaba el 17 de diciembre de
2014 hundió un barco en las costas de Cuba que nunca existió, parece
está en otro mundo y construye otra realidad.
La puesta en escena no es solo la migaja que Obama regaló a dos de sus
empleados en Cuba, es más amplia y tiene una historia que se omite.
La cuenta un “Comunicado de prensa de la delegación cubana a la Cumbre de los Pueblos” que reproduce el diario Granma:
Queremos que la opinión pública
internacional conozca una nueva prueba del carácter servil de los
mercenarios de origen cubano que fueron acreditados al Foro de la
Sociedad Civil de la VII Cumbre de las Américas. Manuel Cuesta Morúa (ver curriculum de Manuel Cuesta Morúa elaborado por el historiador Salim Lamrani),
Laritza Diversent y Juan Antonio Madrazo Luna, junto a grupos
opositores de Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador y Argentina,
fueron convocados a un encuentro con el Subsecretario de Estado Adjunto
para la Democracia, los Derechos Humanos y el Trabajo Michael Kosack y
el Embajador de Estados Unidos
en Panamá Jonathan Farrar con el objetivo de transmitirles indicaciones
y coordinar acciones sobre cómo debían actuar frente a la legítima
representación de la Sociedad Civil cubana en el evento.
Se les orientó que públicamente debían respaldar los cambios hacia Cuba que ha comenzado a implementar la administración de Barack Obama. Se les indicó que no debían respaldar los planteamientos de la extrema derecha de Miami,
contraria a la presencia de Cuba en la Cumbre y al proceso de
restablecimiento de relaciones entre los dos países. Farrar les ordenó
que debían intervenir en el evento para reforzar la idea de un supuesto
consenso entre las llamadas organizaciones disidentes cubanas e
insistió en que debían evitar confrontaciones y lograr una amplia
visibilidad mediática que les permitiera legitimarse como “oposición
creíble”.
Farrar y Kosack les advirtieron que
de su comportamiento durante la Cumbre dependería que fueran reconocidos
como representantes de una futura sociedad civil en una “era
postcastro”. Lamentaron que por indiscreción de una joven argentina,
participante en el Foro de la Juventud, hubiese trascendido a la prensa
el financiamiento que el Departamento de Estado ha destinado a la
preparación de la delegación anticubana a la Cumbre. No obstante, les
prometieron que el presidente Barack Obama sostendría un intercambio con
algunos de ellos al final de su visita a Panamá. Los “elegidos” serían
aquellos que cumplieran cabalmente las indicaciones y pudieran causar
buena impresión al mandatario estadounidense.
También les explicaron que el mercenario José Daniel Ferrer (ver testimonio gráfico sobre las prácticas esclavistas de José Daniel Ferrer) había
recibido instrucciones para realizar provocaciones en Cuba y, a partir
de las respuestas de las autoridades, alimentar la campaña de descrédito
contra nuestro país.
Tanto Farrar como Kosack fueron jefes de la Sección de Intereses de EE.UU.
en La Habana y conocen la calaña de estos individuos. El propio Farrar
es autor de varios cables revelados por Wikileaks, en los cuales se
demuestra la valoración negativa que tienen de estos mercenarios sus
propios amos.
Solicitamos a los participantes en la
Cumbre de los Pueblos que difundan esta denuncia a través de todos los
medios a su alcance.
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