En pleno ajetreo creador, con su cigarro impenitente entre los labios, encontré a Rafael Ferrero. Más que una entrevista, fue una amena conversación la que sostuve con este hombre-artista, uno de los merecedores del Premio a la Creación de este año, que se siente orgulloso de haber nacido en Las Parras, de haberse graduado en la Escuela de Artes Plásticas de Holguín, y de tener esculturas hasta en Las Flores. Sin embargo…
“Aunque la estudié por obligación durante dos años, la
escultura no me gustaba, la encontraba demasiado fácil. En 1969, cuando
trabajaba como tractorista en Gastón me pidieron que hiciera 'algo' para
definir los límites entre Calixto y Las Tunas, y yo entendí que lo que cabía
allí era una escultura. Hice una pieza en metal, de cinco metros, y fue una
experiencia muy bonita.
“Después, cuando Rita (se refiere a Rita Longa) vino a hacer su Fuente me correspondió atenderla, y esas largas conversaciones con ella, primero; y después, la organización del III Encuentro Nacional de Escultores –que marcó el renacimiento de este arte en Cuba- me dejaron definitivamente casado con la escultura.”
“Después, cuando Rita (se refiere a Rita Longa) vino a hacer su Fuente me correspondió atenderla, y esas largas conversaciones con ella, primero; y después, la organización del III Encuentro Nacional de Escultores –que marcó el renacimiento de este arte en Cuba- me dejaron definitivamente casado con la escultura.”
La diversidad de técnicas y materiales es una de las
características más notables de su creación. Al preguntarle el porqué me
respondió que “cada tema pide su propio material. Además, uno tiene que usar lo
que le da su época, por eso en estos momentos trabajo mucho las resinas
epóxicas, que por su bajo peso y durabilidad, entre otras cualidades, dan
muchas posibilidades.”
Muchas son las piezas de diversos formatos esculpidas por
Ferrero, no obstante, también se ha dedicado a la restauración de las de otros
escultores.
“Es un trabajo muy difícil, que me ha enseñado mucho. Exige
mucha paciencia, mucha dedicación. Lo más importante es que se mantenga la obra
original, y para lograrlo es esencial la fidelidad y el respeto al hecho
artístico.”
Aunque sus esculturas se encuentran en colecciones de
diversos países y ha recibido múltiples premios, la vanidad no ha hecho mella
en este hombre de pueblo.
“Me considero un escultor conocido, no famoso. Pienso que la
gente que me saluda y habla conmigo lo hace más por mi vida como uno más de la
comunidad, que por mi obra.
“Hay quien hace lo imposible por parecer un artista y yo
cada vez lo parezco menos. Este Premio a
la Creación es algo muy especial, tan especial como tener el privilegio de
haber vivido en una provincia llamada Las Tunas en la misma época que un Norge
Batista, un Renael González, y excelentes plásticos."
Nuevas obras sueños y planes son la constante en la vida de
un gran creador. Un conjunto familiar de manatíes para el Hotel Mayanabo, en
Santa Lucía; y un proyecto de exposición personal en Holguín, para celebrar el
aniversario 40 de su primera aparición en el catálogo de una muestra colectiva
en la Escuela de Artes Plásticas allá, forman parte del futuro de Rafael
Ferrero, un hombre que esculpe para el presente.
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