Discurso pronunciado por el General de Ejército Raúl Castro
Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y
Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en la clausura del IX
Período Ordinario de Sesiones de la VIII Legislatura de la Asamblea Nacional
del Poder Popular, en el Palacio de Convenciones, el 14 de julio de 2017, “Año
59 de la Revolución”.
Compañeras y compañeros:
Como es habitual en esta fecha del año, hemos tenido
bastante actividad. El 28 de junio celebramos la reunión del Consejo de
Ministros, donde entre otros temas pasamos revista a los asuntos que serían
presentados a esta sesión ordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Desde el lunes los diputados han trabajado en sus
respectivas comisiones analizando las principales cuestiones del quehacer
nacional y recibieron amplia información sobre la ejecución del Plan de la
economía en el primer semestre y la liquidación del Presupuesto del Estado del
año 2016.
Igualmente, nuestro Parlamento fue actualizado sobre el Plan
del Estado cubano para el enfrentamiento al cambio climático, identificado como
“Tarea Vida”, un asunto de especial significación estratégica para el presente
y sobre todo el futuro de nuestro país, dada su condición insular, en el que
hemos contado con la participación del potencial científico y tecnológico
nacional a lo largo de más de 25 años.
Muy vinculada con la “Tarea Vida”, hoy aprobamos la Ley de
Aguas Terrestres, en la que se ha venido trabajando desde el año 2013 con el
concurso de los organismos y las instituciones de mayor incidencia en la
gestión integrada y sostenible del agua, un recurso natural vital que debe ser
protegido en interés de la sociedad, la economía, la salud y el medio ambiente,
máxime en las circunstancias de prolongadas y cada vez más frecuentes sequías
que enfrentamos, acerca de lo cual se ha estado brindando bastante información
a nuestro pueblo y hay que continuar haciéndolo.
Desde la elaboración del plan y el presupuesto para el
presente año, alertamos que persistirían tensiones financieras y retos que
podrían complicar el desempeño de la economía nacional.
Igualmente previmos eventuales dificultades
en el suministro de combustibles desde Venezuela, a pesar de la invariable
voluntad del presidente Nicolás Maduro y su gobierno por cumplirlo.
Aun en medio de estas complejas circunstancias se ha
obtenido un discreto resultado alentador. El producto interno bruto creció en
el primer semestre un 1,1%, lo cual denota un cambio en el signo de la economía
en comparación con el año anterior.
Contribuyeron a este resultado la agricultura, el turismo y otras
exportaciones de servicios, las construcciones, la producción de azúcar y la
esfera del transporte y las comunicaciones.
Se han logrado avances en los programas de inversiones
priorizadas que sientan las bases para el desarrollo de la nación.
Se aseguraron los servicios sociales gratuitos a todos los
cubanos, como la educación y la salud pública.
Ha mejorado el equilibrio monetario interno, lo cual se
expresa en un menor crecimiento de los precios minoristas ante una mayor oferta
en los mercados.
El déficit presupuestario se ha comportado por debajo de lo
previsto.
Por otra parte, no sin grandes esfuerzos, se ha logrado
preservar el cumplimiento riguroso de las obligaciones resultantes del
reordenamiento de la deuda externa cubana con nuestros principales acreedores,
si bien, a pesar de múltiples gestiones realizadas, todavía no hemos podido
ponernos al día en los pagos corrientes a los proveedores, a quienes les
ratifico el agradecimiento por su confianza hacia Cuba y la voluntad de honrar
todas y cada una de las cuentas vencidas.
La situación descrita nos obliga a proseguir adoptando las
medidas requeridas para proteger al máximo los ingresos por exportaciones, la
producción de alimentos y los servicios a la población, a la vez que
suprimimos todo gasto no imprescindible
y garantizamos la utilización más racional y eficiente de los recursos
disponibles para respaldar las prioridades aprobadas.
Pasando a otro asunto, en correspondencia con los acuerdos
del Sexto y Séptimo congresos del Partido se autorizó la ampliación del trabajo
por cuenta propia y el experimento de las cooperativas no agropecuarias con el
propósito de ir paulatinamente despojando al Estado de actividades no
estratégicas, generar empleos, desplegar iniciativas y contribuir a la eficiencia
de la economía nacional en interés del desarrollo de nuestro socialismo.
Más recientemente, el pasado mes de junio, en la sesión
extraordinaria del Parlamento, dedicada a analizar y respaldar los documentos
programáticos del Modelo Económico y Social, luego de concluir el proceso de
consulta con la militancia del Partido y la Juventud, representantes de las
organizaciones de masas y amplios sectores de la sociedad, se reconocieron
estas actividades entre las formas de propiedad que actúan en la economía
cubana.
Actualmente contamos con una cifra superior al medio millón
de trabajadores por cuenta propia y más de 400 cooperativas no agropecuarias,
lo que confirma su validez como fuente de empleo, al tiempo que ha permitido
incrementar y diversificar la oferta de bienes y servicios con niveles
aceptables de calidad.
No obstante, como analizamos en la reunión del Consejo de
Ministros del pasado 28 de junio, se han puesto de manifiesto desviaciones de
la política definida en esta materia y violaciones de las regulaciones legales
vigentes, como la utilización de materias primas y equipos de procedencia
ilícita, subdeclaración de ingresos para evadir las obligaciones tributarias e
insuficiencias en el control estatal a todos los niveles.
Con el propósito de erradicar los fenómenos negativos
detectados y asegurar el desarrollo ulterior de estas formas de gestión en el
marco de la legalidad, el Consejo de Ministros adoptó un conjunto de decisiones
que serán ampliamente divulgadas en la medida en que se publiquen las
regulaciones actualizadas.
Considero conveniente enfatizar que no hemos renunciado al
despliegue y desarrollo del trabajo por cuenta propia, ni a proseguir el
experimento de las cooperativas no agropecuarias. No vamos a retroceder ni a detenernos, ni
tampoco permitir estigmas y prejuicios hacia el sector no estatal, pero es
imprescindible respetar las leyes, consolidar lo avanzado, generalizar los
aspectos positivos, que no son pocos, y enfrentar resueltamente las
ilegalidades y otras desviaciones que se apartan de la política establecida.
Estoy seguro de que en este empeño podremos contar con el
apoyo de la mayoría de los ciudadanos que de manera honesta ejercen en este
sector.
No olvidemos que el ritmo y la profundidad de los cambios
que debemos introducir en nuestro modelo deben estar condicionados por la
capacidad que tengamos de hacer las cosas bien y rectificar oportunamente ante
cualquier desviación. Ello solo será
posible si se garantiza una adecuada preparación previa —que no hacemos—, la capacitación
y dominio de las regulaciones establecidas en cada nivel y el acompañamiento y
conducción de los procesos, aspectos en los que no ha faltado una buena dosis
de superficialidades y un exceso de entusiasmo y deseos de avanzar más rápido
de lo que somos realmente capaces.
Este tema que acabo de tocar, creo que se entiende
perfectamente. Es necesario cumplir lo
que hemos acordado, lo necesita el país y también la Revolución. El deseo de hacer cosas rápidas sin una
preparación correcta, en primer lugar de los que tienen que aplicar las
medidas, conduce a todos esos errores, y después criticamos a los que no
debemos criticar.
Se han cometido hechos delictivos, existen informaciones de casos donde una misma
persona tiene ya dos, tres, cuatro y hasta cinco restaurantes. No en una provincia, sino en varias, una
persona que ha viajado más de 30 veces a diferentes países. ¿De dónde sacó el
dinero? ¿Cómo lo hizo? Todos esos problemas existen; pero no debemos
emplearlo como pretexto para criticar
una decisión que es justa.
Qué hace un Estado, máxime un Estado socialista,
administrando una barbería de un sillón, de dos o tres sillones, y cada
determinada cantidad de pequeñas barberías, no
muchas, un administrador y menciono esta por ser una de las primeras
medidas que tomamos.
Decidimos hacer las cooperativas, probamos con algunas e
inmediatamente nos lanzamos a hacer decenas de cooperativas de la construcción,
¿nadie ha analizado las consecuencias que eso trajo y los problemas que esa
precipitación ha creado?, por mencionar una sola. Y como esas, hay unas cuantas. Eso es lo que quiero expresar en palabras
sencillas y modestas, ¿De quién son esos
errores? De nosotros principalmente, de
los dirigentes que hemos elaborado esa política, aunque en consulta con el
pueblo, con la aprobación del Parlamento, del último Congreso, de la última
reunión que tuvimos aquí el pasado mes, para aprobar todos estos documentos que
mencioné al principio de mis palabras.
Esa es la realidad. No tratemos
de tapar el sol con un dedo. Errores son
errores, y son errores nuestros, y si vamos a medir por la jerarquía entre
nosotros, son errores míos en primer lugar, porque soy parte de esa
decisión. Esa es la realidad.
Sobre nuestra política exterior deseo expresar lo siguiente:
El pasado 16 de junio, el presidente de Estados Unidos,
Donald Trump, anunció la política de su gobierno hacia Cuba, nada novedosa por
cierto, pues retoma un discurso y matices del pasado de confrontación, que
demostraron su rotundo fracaso a lo largo de 55 años.
Es evidente que el Presidente norteamericano no ha sido bien
informado acerca de la historia de Cuba y de las relaciones con Estados Unidos,
ni sobre el patriotismo y la dignidad de los cubanos.
La historia no puede ser olvidada, como a veces nos han
sugerido hacer. Por más de 200 años, los
vínculos entre Cuba y Estados Unidos han estado marcados, de una parte, por las
pretensiones del vecino del Norte de dominación sobre nuestro país y, de otra,
por la determinación de los cubanos de ser libres, independientes y soberanos.
A lo largo de todo el siglo XIX, invocando las doctrinas y
políticas del Destino Manifiesto, Monroe y la Fruta Madura, diferentes
gobernantes estadounidenses trataron de apropiarse de Cuba, y a pesar de la
heroica lucha de los mambises, lo lograron en 1898, con la intervención
engañosa al final de la guerra que por 30 años los cubanos libraron por su
independencia, a la que las tropas norteamericanas entraron como aliados y
luego se convirtieron en ocupantes:
pactaron con España a espaldas de Cuba, ocuparon militarmente el país
durante cuatro años, desmovilizaron al Ejército Libertador, disolvieron el
Partido Revolucionario Cubano organizado, fundado y dirigido por José Martí e
impusieron un apéndice a la Constitución de la naciente República, la Enmienda
Platt, que les daba el derecho a intervenir en nuestros asuntos internos y a
establecer, entre otras, la Base Naval en Guantánamo, que aún hoy usurpa parte
del territorio nacional y cuya devolución seguiremos reclamando.
La condición neocolonial de Cuba, que permitió a Estados
Unidos ejercer desde 1899 un dominio total de la vida económica y política de
la Isla, frustró, pero no aniquiló, las ansias de libertad e independencia del
pueblo cubano. Exactamente 60 años
después, el primero de enero de 1959, con el triunfo de la Revolución
encabezada por el Comandante en Jefe Fidel Castro, fuimos definitivamente
libres e independientes.
Desde ese momento, el objetivo estratégico de la política de
Estados Unidos hacia Cuba ha sido derrocar a la Revolución. Para ello, a lo largo de más de cinco
décadas, recurrió a los más disímiles métodos:
guerra económica, ruptura de las relaciones diplomáticas, invasión
armada, atentados contra nuestros principales dirigentes, sabotajes, bloqueo
naval, creación y apoyo a bandas armadas, terrorismo de Estado, subversión
interna, bloqueo económico, político y mediático y aislamiento internacional.
Diez gobiernos pasaron por el poder hasta que el presidente
Barack Obama, en su alocución del 17 de
diciembre de 2014, sin renunciar al propósito estratégico, tuvo la
sensatez de reconocer que el aislamiento no funcionó y que era hora de un nuevo
enfoque hacia Cuba.
Nadie puede negar que Estados Unidos, en el intento de
aislar a Cuba, finalmente se vio en una situación de profundo aislamiento. La política de hostilidad y bloqueo contra
nuestro país se había convertido en un serio obstáculo para sus relaciones con
América Latina y el Caribe y era rechazada casi unánimemente por la comunidad
internacional; dentro de la sociedad norteamericana se había desarrollado una
mayoritaria y creciente oposición a ella, incluyendo a buena parte de la
emigración cubana.
En la VI Cumbre de las Américas en Cartagena de Indias,
Colombia, en el año 2012, Ecuador se negó a participar sin la asistencia cubana
y todas las naciones latinoamericanas y caribeñas manifestaron su repudio al
bloqueo y a la exclusión de Cuba de estos eventos. Varios países advirtieron que no habría otra
reunión sin Cuba. De esa forma, llegamos
en abril de 2015 —tres años después— a la VII Cumbre de Panamá, cuando por
primera vez fuimos invitados.
Sobre la base del respeto y la igualdad, en los dos últimos
años se restablecieron las relaciones diplomáticas y se lograron avances en la
solución de problemas bilaterales pendientes, así como en la cooperación en
temas de interés y beneficio mutuo; fue modificada de manera limitada la
aplicación de algunos aspectos del bloqueo.
Ambos países sentaron las bases para avanzar en la construcción de una
relación de nuevo tipo, demostrando que es posible convivir de forma civilizada
a pesar de las profundas diferencias existentes.
El presidente Obama terminó su mandato y se mantuvo el
bloqueo, la Base Naval en Guantánamo y la política de cambio de régimen.
Los anuncios realizados por el actual Presidente el pasado
16 de junio significan un retroceso en las relaciones bilaterales. Así lo
consideran muchas personas y organizaciones en Estados Unidos y en el mundo,
que abrumadoramente han expresado un rotundo rechazo a los cambios divulgados.
Así también lo expresaron nuestra juventud y las organizaciones estudiantiles,
las mujeres, obreros, campesinos, los comités de Defensa de la Revolución,
intelectuales y agrupaciones religiosas, en nombre de la inmensa mayoría de los
ciudadanos de esta nación.
El gobierno norteamericano ha decidido recrudecer el
bloqueo, mediante la imposición de nuevas trabas a su empresariado para
comerciar e invertir en Cuba y de restricciones adicionales a sus ciudadanos
para viajar a nuestro país, justificando estas medidas con una retórica vieja y
hostil, propia de la Guerra Fría, que se escuda en una supuesta preocupación
sobre el ejercicio y disfrute por el pueblo cubano de los derechos humanos y la
democracia.
Las decisiones del presidente Trump desconocen el apoyo de
amplios sectores estadounidenses, incluyendo la mayoría de la emigración
cubana, al levantamiento del bloqueo y la normalización de las relaciones y
solo satisfacen los intereses de un grupo de origen cubano del sur de Florida,
cada vez más aislado y minoritario, que insiste en dañar a Cuba y a su pueblo
por haber elegido defender, a cualquier precio, su derecho a ser libre,
independiente y soberano.
Reiteramos hoy la denuncia del Gobierno Revolucionario a las
medidas de endurecimiento del bloqueo y reafirmamos que cualquier estrategia
que pretenda destruir a la Revolución, ya sea mediante la coerción y las
presiones o recurriendo a métodos sutiles, fracasará.
De igual forma, rechazamos la manipulación del tema de los
derechos humanos contra Cuba, que tiene mucho de qué enorgullecerse por los
logros alcanzados y no tiene que recibir lecciones de Estados Unidos ni de
nadie (Aplausos).
Deseo repetir, como ya expresé en la Cumbre de la CELAC,
celebrada en República Dominicana en enero de este año, que Cuba tiene la
voluntad de continuar negociando los asuntos bilaterales pendientes con los
Estados Unidos, sobre la base de la igualdad y el respeto a la soberanía y la
independencia de nuestro país, y de proseguir el diálogo respetuoso y la
cooperación en temas de interés común con el gobierno norteamericano.
Cuba y Estados Unidos pueden cooperar y convivir, respetando
las diferencias y promoviendo todo aquello que beneficie a ambos países y
pueblos, pero no debe esperarse que para ello Cuba realice concesiones
inherentes a su soberanía e independencia y hoy agrego, o que negocie sus
principios o acepte condicionamientos de ningún tipo, como no lo hemos hecho
nunca en la historia de la Revolución.
Con independencia de lo que el gobierno de Estados Unidos
decida hacer o no, seguiremos avanzando en el camino escogido soberanamente por
nuestro pueblo.
Vivimos en una coyuntura internacional caracterizada por
crecientes amenazas a la paz y la seguridad internacionales, guerras de
intervención, peligros para la sobrevivencia de la especie humana y un orden
económico internacional injusto y excluyente.
Se conoce que desde el año 2010, Estados Unidos puso en
práctica el concepto de “Guerra no convencional” concebido como un conjunto de
actividades dirigidas a explotar las vulnerabilidades sicológicas, económicas,
militares y políticas de un país adversario en el propósito de promover el
desarrollo de un movimiento de resistencia o la insurgencia para coaccionar,
alterar o derrocar a su gobierno.
Ello fue ensayado en el norte de África, e incluso en
Europa, y ha provocado decenas de miles de muertos, la destrucción de Estados,
el desgarramiento de sociedades y el colapso de sus economías.
“Nuestra América”, que se proclamó como Zona de Paz en 2014,
enfrenta ahora condiciones adversas.
La República Bolivariana de Venezuela sufre una guerra no
convencional —que no empezó ahora,
empezó mucho antes— impuesta por el imperialismo y sectores oligárquicos
golpistas que ha provocado la violencia en las calles y actos fascistas, como
las espantosas escenas difundidas sobre jóvenes quemados vivos.
La intervención extranjera contra la Revolución Bolivariana
y Chavista debe cesar. La violencia
terrorista y golpista debe ser condenada inequívocamente. Todos debieran
sumarse al llamado al diálogo y abstenerse de actos que contradicen las
intenciones que se proclaman de manera manipuladora y demagógica.
La Organización de Estados Americanos (OEA) y su Secretario
General, deben cesar en su agresión contra Venezuela y en la manipulación
selectiva de la realidad.
Debe respetarse el legítimo derecho de Venezuela a
solucionar pacíficamente sus asuntos internos sin ninguna injerencia externa.
Solo compete al soberano pueblo venezolano el ejercicio de la autodeterminación
y encontrar soluciones por sí mismo.
Reiteramos nuestra solidaridad al pueblo venezolano y a su
unión cívico-militar, encabezada por el presidente constitucional, Nicolás
Maduro Moros.
La agresión y la violencia golpista contra Venezuela dañan a
toda “Nuestra América” y solo benefician los intereses de quienes se empeñan en
dividirnos para ejercer su dominación sobre nuestros pueblos, sin que les
importe generar conflictos de consecuencias incalculables en esta región, como
los que estamos presenciando en diferentes lugares del mundo.
Alertamos hoy que quienes pretenden derrocar por vías
inconstitucionales, violentas y golpistas a la Revolución Bolivariana y
Chavista asumirán una seria responsabilidad ante la historia.
Al compañero Luiz Inácio Lula da Silva, víctima de
persecución política y maniobras golpistas, le expresamos nuestra solidaridad
ante el intento de impedir su candidatura a elecciones directas, con una
inhabilitación judicial. Lula, Dilma Rousseff, el Partido de los Trabajadores y
el pueblo brasileño tendrán siempre a Cuba de su lado.
Compañeras y compañeros:
El pasado 14 de junio el Consejo de Estado acordó convocar a
elecciones generales, mediante las cuales serán elegidos los delegados a las
asambleas municipales y provinciales y los diputados a la Asamblea Nacional del
Poder Popular, quienes elegirán al Consejo de Estado y la Presidencia del
Parlamento.
Al propio tiempo, fueron constituidas las comisiones
electorales que dirigirán el proceso en las diferentes instancias y quedaron
conformadas las comisiones de candidatura.
No es ocioso destacar la trascendente importancia política
que reviste este proceso electoral, que debe constituir un acto de reafirmación
revolucionaria por parte de nuestro pueblo, lo que exige una ardua labor de
todas las organizaciones e instituciones.
Estamos seguros, como lo ha demostrado este pueblo en
ocasiones anteriores, que las elecciones serán un ejemplo de verdadero
ejercicio de democracia, sustentado en la amplia participación popular, la
legalidad y transparencia del proceso electoral, en el que no concurren
partidos políticos ni se financian campañas, sino que la base para proponer y
elegir a los candidatos es el mérito, la capacidad y el compromiso con el
pueblo.
Por otro lado y para concluir, compañeras y compañeros, restan apenas 12 días para celebrar el 64
aniversario del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes. En
esta ocasión el acto se celebrará en la provincia de Pinar del Río y el orador
principal será el Segundo Secretario del Comité Central, compañero José Ramón
Machado Ventura (Aplausos).
Al celebrar el Día de la Rebeldía Nacional, por primera vez
sin la presencia física del Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, Fidel
Castro Ruz, propongámonos enfrentar los nuevos retos bajo la guía de su
ejemplo, intransigencia revolucionaria y la fe permanente en la victoria.
Muchas gracias. (Ovación.)
(Versiones Taquigráficas - Consejo de Estado)
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